INSUFICIENCIA RENAL AGUDA.
Definición y características.
Se define como un rápido deterioro de la función renal que
produce elevación de urea y creatinina en el curso de días o semanas. El
volumen de diuresis está reducido en dos terceras partes de los casos (insuficiencia
renal aguda oligúrica u oligoanúrica), manteniéndose conservada en el resto
(insuficiencia renal aguda no oligúrica). Es potencialmente reversible. Produce
trastornos hidroelectrolíticos graves: hiperpotasemia, acidosis, hipocalcemia,
hiponatremia, hiperfosfatemia, hipermagnesemia. El sedimento y el ionograma urinario
son de utilidad en el diagnóstico etiológico. Cuando existe hipercalcemia, ésta
es probablemente la causa del FRA (ya sea neoplásica, secundaria a
hiperparatiroidismo o de otra etiología).
Etiología.
La insuficiencia renal aguda, también denominada, fracaso renal
agudo, puede obedecer a situaciones que condicionan una reducción en la
perfusión renal (fracaso prerrenal o funcional), a patologías que afectan a cada uno de los componentes
renales como: a los vasos renales, al glomérulo, al túbulo o al intersticio que
sustenta al parénquima renal (fracaso
intrarrenal o parenquimatoso)
o a dificultades en la normal eliminación de la orina producida (fracaso postrenal).
Insuficiencia renal aguda prerrenal.
Es la causa más frecuente de insuficiencia renal
aguda (70% - 80%). Si se trata de forma adecuada, es reversible.
Si la causa del fracaso prerrenal no se corrige,
puede producirse una necrosis tubular, transformándose el fracaso prerrenal en
parenquimatoso.
Su mecanismo fisiopatológico reside en el descenso
de la perfusión renal. Para diagnosticar el fallo prerrenal es fundamental la
anamnesis y la exploración física del paciente, fijándonos especialmente en los
siguientes signos: tensión arterial, frecuencia cardíaca, presión venosa
yugular, función cardíaca (arritmias, etc.) y estado de hidratación (sequedad
de piel y mucosas).
Existen dos tipos de fármacos que pueden producir
una insuficiencia renal aguda de base hemodinámica:
1. Los antiinflamatorios no esteroideos (disminuyen
la síntesis de prostaglandinas) produciendo vasoconstricción renal.
2. Los IECA (enalapril, captopril), sobre todo en
pacientes con estenosis de la arteria renal bilateral, o unilateral sin riñón contralateral.
Insuficiencia renal parenquimatosa.
Tras excluir las formas pre y postrenal de insuficiencia renal
expuestas con anterioridad, hay que concentrarse en las causas renales, y
dentro de éstas, hay que tener en cuenta la más frecuente: la necrosis tubular aguda (NTA). La causa más común de ésta es la isquemia renal mantenida. Si
la isquemia se corrige pronto, el cuadro no se produce.
Los agentes nefrotóxicos, sobre todo los aminoglucósidos y los contrastes
radiográficos, ampliamente empleados en la clínica, son también causa de NTA.
Otros factores que favorecen el daño renal son la
edad avanzada, la deshidratación y la enfermedad renal subyacente. En el caso de los contrastes, se trata usualmente
de insuficiencia renal oligúrica, con recuperación
total de la función en 1 ó 2 semanas. Para
prevenirlo, se recomienda una buena
hidratación desde 24 horas antes del estudio. La N-acetilcisteina a dosis altas
previas al contraste parece útil para evitar el Fracaso
renal agudo.
Los pigmentos que contienen hierro, a destacar:
bilirrubina, hemoglobina, citocromo C, mioglobina, pueden causar fracaso renal agudo
por producción de radicales libres. Llamamos rabdomiolisis a la destrucción de
tejido muscular, produciéndose una suelta a la circulación sanguínea de los componentes
tisulares nefrotóxicos; si la destrucción es masiva puede ocasionar fallo renal
cuyo mecanismo reside en una necrosis tubular aguda. La rabdomiolisis puede estar
causada por fármacos (hipolipemiantes tipo estatinas y fibratos, heroína), por
compresión muscular mantenida sobre una superficie dura y fría (coma etílico,
sobredosis por drogas, caídas al suelo en ancianos...), aplastamiento muscular (accidentes
laborales, explosiones...) o sobrecarga muscular intensa (crisis epilépticas,
ejercicio intenso). Además de la mioglobinuria podemos encontrar hipocalcemia,
hiperproteinemia, hiperpotasemia, hiperfosfatemia e hiperuricemia. La
mioglobinuria es una causa de falso positivo en las tiras de detección de
hemoglobina en orina.
En aquellos casos de pacientes con trasplante renal
que van a ser sometidos a un estudio con contraste, los calcioantagonistas,
como el amlodipino, pueden reducir la posibilidad de daño. Los aminoglucósidos cursan
con IRA no oligúrica ya que causan toxicidad directa sobre los túbulos
proximales.
Insuficiencia renal aguda postrenal.
Es causa del 10% de los casos y se debe tener en
cuenta en cualquier paciente con deterioro de la función renal. Hay que
descartar siempre la presencia de globo vesical (enfermedad prostática o
tratamiento con fármacos anticolinérgicos...). Exploraciones fundamentales son
el tacto rectal y es precisa la exploración ginecológica (neoplasia
uterina...). Las técnicas de imagen son fundamentales para llegar al
diagnóstico. La ecografía es la más útil, al demostrar dilatación de la vía
urinaria (aparece 24-36 horas después de la obstrucción). Si ésta última, la
gammagrafía intravenosa o el scanner no pueden excluir la obstrucción, hay que demostrar
la existencia de ésta mediante pielografía retrógrada.
La causa más frecuente de obstrucción unilateral es
la litiasis. La causa más frecuente de obstrucción bilateral es la hiperplasia prostática.
Fisiopatología del fracaso renal (necrosis tubular).
La isquemia produce una menor presión capilar glomerular, lo que
predispone a un flujo tubular lento. La necrosis celular tóxica o isquémica
produce el desprendimiento de las células tubulares de la membrana basal
tubular, que caen hacia el interior de la luz.
Los detritus obstruyen la luz, aumentando la presión intraluminal
de modo retrógrado hasta la cápsula de Bowman. Al aumentar la presión en la
cápsula, se frena el filtrado. Por otro lado, parte del líquido intratubular se
extravasa al intersticio, con las siguientes consecuencias:
• Se produce edema que comprime los vasos intrarrenales y
agrava la isquemia.
• El edema distiende la cápsula renal, produciendo un dolor
sordo renal bilateral.
• Si se extravasa proteína de Tam-Horstall, se produce una
reacción inflamatoria local con presencia de células inflamatorias (poco
frecuente).
Se reconocen tres estadios en la evolución natural de una necrosis tubular aguda:
1. La fase
de inicio: es la exposición al tóxico o a la
isquemia; en esta fase existen las mayores posibilidades de prevención. Dura de
1 a 3 días.
2. La fase oligúrica:
a partir del momento en que el volumen de diuresis cae por debajo de 400
ml/día; algunos fracasos renales por fármacos (aminoglucósidos)
no son oligúricos. La duración de esta fase es de entre 1 y 3 semanas.
3. La fase de recuperación:
se caracteriza por el inicio de una poliuria
que precede en 2 ó 3 días al inicio de la
reducción de creatinina. Esta fase también se observa en los fracasos renales no
oligúricos.
Las causas de la poliuria post-fracaso renal son:
• Durante el fracaso renal, las células pierden la sensibilidad
a la ADH (internalización de aquaporinas).
• Durante el fracaso renal se acumulan urea y otros osmoles,
que producen diuresis osmótica al recuperarse el paso tubular.
• Los túbulos se desobstruyen (regenerándose el epitelio que muestra
abundantes mitosis).
Curso clínico y complicaciones.
Puede haber sobrecarga de volumen intravascular,
hiperpotasemia, hiponatremia, hiperfosfatemia, hipocalcemia, hipermagnesemia y también
un síndrome urémico.
La sobrecarga hídrica se manifiesta por edemas, aumento de la presión
venosa, aumento del peso corporal y, a veces, edema agudo de pulmón. Puede
haber HTA (17%).
La hiperpotasemia es frecuente y contribuyen a ella la acidosis
metabólica, el estado catabólico y la rabdomiólisis. Puede producir: arritmias,
bloqueos y a veces muerte súbita. Además, puede producir parálisis, paresias,
parestesias, hiperreflexia e insuficiencia respiratoria.
Cifras por debajo de 6 mEq/l son asintomáticas.
Es frecuente la hiperuricemia asintomática (12 a 15 mmol/l).
La hiperfosfatemia se da sobre todo en la rabdomiólisis y
estados muy catabólicos, hemólisis o lisis tumoral. Puede haber hipocalcemia por
el depósito metastásico de fosfato cálcico cuando el producto Ca x P >70.
También contribuye la resistencia periférica a la PTH.
La hipermagnesemia es frecuente por la disminución de la excreción
de magnesio y puede dar clínica de calambres, convulsiones y arritmias.
La anemia es leve y multifactorial por descenso de la
eritropoyesis, la hemólisis, las hemorragias, la hemodilución y reducción de la
vida media de los hematíes.
Son frecuentes la prolongación del tiempo de hemorragia y la disfunción
de los leucocitos. Lo primero es debido a la dificultad de la agregación plaquetaria
y la disfunción del factor VIII.
La causa más frecuente de muerte es la infección (75% de los fallecimientos). Las complicaciones cardíacas son
arritmias, infarto y embolia pulmonar.
Hay mayor incidencia de hemorragia digestiva leve (10% - 30%) secundaria
a estrés.
Diagnóstico.
A veces es difícil diferenciar una insuficiencia renal crónica
en fase terminal (oligoanuria) de una insuficiencia renal aguda. La presencia de
anemia, hipocalcemia, osteodistrofia renal, neuropatía y riñones pequeños sugieren
un proceso crónico. Hay varios fracasos renales
parenquimatosos que pueden engañar, porque
cursan con sodios urinarios y excreciones fraccionales de sodio tan bajas que
parecen fracasos prerrenales (Na orina <10 mEq/l; EFNa <1:
• Glomerulonefritis endocapilar postinfecciosa.
• Todas las nefropatías pigmentarias:
- Rabdomiólisis (mioglobina).
- Hemólisis (hemoglobina).
- Colestasis (bilirrubina).
• Nefritis intersticial inmunoalérgica por
rifampicina.
• Rechazo agudo del trasplante renal.
• Esclerodermia.
• Hipertensión vasculorrenal.
Las fluctuaciones amplias en la excreción diaria de
orina sugieren uropatía obstructiva intermitente.
Un sedimento con pocos elementos formes, sobre todo
cilindros hialinos, sugiere un fracaso renal agudo funcional. La presencia de cilindros
granulosos y células epiteliales del túbulo sugieren una NTA.
Los cilindros hemáticos sugieren glomerulonefritis
o vasculitis; los cilindros de leucocitos y la piuria, nefropatía
tubulointersticial. Los cilindros eosinofílicos sugieren nefritis por hipersensibilidad.
Ecografía
renal. Es muy útil para diferenciar un fracaso renal agudo
de una insuficiencia renal crónica, ya que en esta última el tamaño de los
riñones suele estar disminuido (o aumentado, por ejemplo, en el riñón
poliquístico o amiloidosis).
Biopsia
renal. Se realiza cuando no está filiada la causa de una insuficiencia
renal parenquimatosa.
Diagnóstico
diferencial en caso de anuria. Si el fracaso renal cursa con
anuria (diuresis <100 ml/24 h), el diagnóstico diferencial queda restringido
a:
• Uropatía obstructiva infravesical (patología
prostática) o uropatía obstructiva a cualquier nivel sobre riñón único
funcionante.
• Uropatía obstructiva intratubular por cadenas
ligeras, calcio, ácido úrico u oxalato.
• Necrosis cortical (CID, accidente obstétrico).
• Obstrucción vascular bilateral (disección
aórtica) o unilateral sobre riñón único funcionante (tromboembolismo).
• Glomerulonefritis extracapilar rápidamente
progresiva (Goodpasture, lupus, vasculitis).
• Nefritis intersticial inmunoalérgica aguda
(raro).
Tratamiento.
1. TRATAMIENTOS ESPECÍFICOS.
• Insuficiencia prerrenal.
Cuando es debido a pérdida de líquido depende
de la cuantía, y en general, lo primero que hay que hacer es expandir la
volemia de forma enérgica, siendo deseable el control de la presión venosa
central (con buena expansión, la presión venosa está entre 5 y 14 cm de agua).
Una vez conseguida la expansión, si el enfermo continúa sin diuresis adecuada,
hay que dar altas dosis de furosemida (120-240 mg,
intravenosa), con ello podemos dar lugar al
comienzo de la diuresis o bien transformar un
fracaso renal agudo oligúrico en poliúrico de más
fácil manejo. La colocación de sonda vesical descarta la presencia de uropatía obstructiva baja.
Cuando la causa del fracaso renal agudo es una
disminución del gasto cardíaco, el manejo del paciente debe realizarse con
fármacos que aumenten la contractilidad del miocardio (inotropos positivos):
Dobutamina, Dopamina. Para realizar balance negativo de agua hay que añadir al
tratamiento Furosemida i.v. (40-80 mg/8-12 horas). En estas situaciones, la
única indicación de expansión de volumen es cuando el descenso de gasto
cardíaco es debido a un infarto masivo del ventrículo derecho.
• Insuficiencia
parenquimatosa. Las glomerulonefritis o las
vasculitis pueden responder parcial o totalmente al tratamiento con esteroides;
agentes alquilantes, ciclosporina y/o plasmaféresis.
La plasmaféresis, los intercambios de plasma y la
administración de plasma son útiles en el tratamiento del SHU y de la PTT.
Cuando las medias conservadoras son insuficientes
es necesario recurrir a las técnicas de depuración extrarrenal: hemodiálisis, diálisis
peritoneal, hemofiltración continua.
2. MEDIDAS DE SOPORTE.
• La dieta debe diseñarse para reducir el
catabolismo al mínimo dando un buen aporte calórico (proteínas 0,7 g/Kg/día y
carbohidratos
100 g/d). Es necesario ajustar la dosis de los
fármacos, dependiendo de la función renal. Hay que ajustar la ingesta de sal y
agua para equilibrar las pérdidas. Es importante el control del peso corporal
diario.
• En caso de hiperpotasemia, las medidas a adoptar son:
1. Evitar la toxicidad cardíaca: infusión de
gluconato o cloruro cálcico.
2. Redistribuir el K+ extracelular hacia el espacio
intracelular:
› Catecolaminas, beta-2 agonistas (salbutamol) i.v.
ó SC.
› Suero glucosado + insulina i.v.
› Bicarbonato sódico IV (sólo en caso de acidosis).
3. Forzar pérdidas de K+:
› Diuréticos de asa: furosemida.
› Resinas de intercambio iónico por vía oral.
› Resinas de intercambio iónico por vía rectal.
› Hemodiálisis o diálisis peritoneal.
• La hiponatremia se corrige con restricción
hídrica; la sobrecarga de volumen restringiendo la sal de la dieta y los
diuréticos.
• La acidosis metabólica se
trata cuando el bicarbonato sérico es inferior a 15 mmol/l.
• La anemia se corrige con transfusiones o
administración de eritropoyetina sintética.
• La diálisis no parece mejorar el
pronóstico en la IRA, sólo se debe hacer en caso necesario y cuando las medidas
conservadoras fallan.
La diálisis está indicada en el curso de una IRA
cuando se presenta:
- Sobrecarga cardiocirculatoria (edema pulmonar)
rebelde al tratamiento diurético.
- Persiste la hiperpotasemia a pesar del
tratamiento.
- Severa acidosis metabólica (bicarbonato sérico
<10 mEq/l después de administrar bicarbonato).
- Cuando es preciso, durante el tratamiento,
infundir grandes volúmenes de líquidos (nutrición parenteral, tratamiento de una
hipercalcemia, etc.).
- Cuando el paciente ha presentado convulsiones,
encefalopatía urémica, diátesis hemorrágica, pericarditis o enteropatía urémica.
3. ABORDAJE DE LA INSUFICIENCIA RENAL AGUDA.
Ante una elevación aguda de las cifras de
creatinina y urea, el diagnóstico diferencial inicial debe seguir los
siguientes pasos:
a) ¿Es un fracaso prerrenal?:
• Buscar si la historia clínica es compatible, si
hay datos de hipotensión o hipovolemia. Determinar el Na+ en orina. Hay que
prestar atención a una posible embolia renal (fibrilación auricular + dolor
renal + aumento de LDH).
• En caso de duda, probar a restaurar la volemia
con expansión.
b) ¿Es un fracaso postrenal?:
• Buscar antecedentes de prostatismo, cólicos
nefríticos de repetición o patología tumoral retroperitoneal, pélvica o
prostática.
Averiguar si el paciente es monorreno.
• Descartar globo vesical y pelvis congelada por
exploración física.
• En caso de duda, la mejor exploración para el
diagnóstico de fracaso postrenal es la ecografía abdominal.
c) ¿Es un fracaso renal?:
• Medidas generales: buscar antecedentes de ingesta de fármacos nefrotóxicos,
de isquemia renal o hipotensión mantenida. Buscar datos de rabdomiólisis,
colestasis o hemólisis. Buscar datos de sepsis oculta. Determinar el Na+ en
orina. Examinar el sedimento y buscar proteinuria o hematuria u otras
alteraciones.
• Medidas terapéuticas:
- Intentar trasformar el fracaso en poliúrico
durante 72 horas, con 80-120 mg de furosemida.
- Si no se logra, restricción hídrica.
- Corrección de los trastornos hidroelectrolíticos:
acidosis, hiperpotasemia, hiponatremia.
- Restricción proteica moderada, evitando la
malnutrición (puede ser necesario usar nutrición parenteral).
- Tratamiento precoz de las infecciones.
- Depuración extrarrenal, si no se consigue un
control metabólico adecuado.
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